"Cambié los apuntes y la facultad de psicología por las tablas del teatro"
La artista afirma que el 21% de IVA en la cultura afecta más al sueldo de los actores que al precio de las entradas
“Si hay algo claro en
esta profesión es que
todo acaba, nunca
sabes si volverán a
llamarte”
esta profesión es que
todo acaba, nunca
sabes si volverán a
llamarte”
Fuma
unos cigarrillos finísimos y largos, que recuerdan a los que Hepburn sostenía
entre los dientes. Se arrellana con nerviosismo en el sofá de su caserón en el
barrio antiguo de San Gabriel, escondido entre callejuelas. Cristina Fenollar
(Alicante, 1965) estrena No abras a nadie en cuestión de días. Una obra cargada
de humor y tejemanejes familiares y psicológicos. Fenollar es una madre
histriónica, histérica, frágil y temperamental, con altos tacones de aguja y
collares de perlas.
Pregunta.
En No abras a nadie interpreta a una madre autoritaria del siglo pasado. ¿Cómo
se preparó para este papel?
Respuesta.
Prepararme para este personaje fue sencillo, hice lo que estaba escrito, con
algunos matices. Con los personajes autoritarios y malhumorados hay que tener
cuidado, porque puedes crear antipatía al espectador, y ese es un grave error.
Por eso le he dado un punto de locura y fragilidad.
P.
Entonces, ¿no suele recurrir a sentimientos internos para dar vida a sus
personajes?
R.
No suelo hacerlo excepto cuando debo plasmar emociones muy fuertes, porque es
algo muy peligroso. Recuerdo que una vez lo hice y me quedé bastante tocada.
P.
Cine, teatro y televisión. Usted ha tocado los tres, ¿cuál prefiere?
R.
Teatro, televisión y cine. Me quedo con ese orden.
P.
¿Cree que el actor aporta nuevos matices a la obra?
R.
Malo será si eso no ocurre. En No abras a nadie tenemos la suerte de que Paco
Sanguino es absolutamente flexible y un autor con poco ego. El actor acaba
introduciendo elementos nuevos en la obra, esa es la magia. Siempre respetando
el texto establecido, por supuesto.
P.
¿Desde cuándo tuvo claro lo de ser actriz?
R.
Me gusta desde siempre, pero nunca me lo planteé, lo veía poco serio, y más en
Alicante. Siempre quise ser psicóloga. Cuando estaba a punto de entregar los
papeles en la universidad, me dije: "No. Voy a ser actriz". Cambié los
apuntes y la facultad de psicología por las tablas del teatro. Mi padre estuvo
dos años sin hablarme.
P.
También hace usted monólogos. ¿Lo prefiere al teatro?
R.
Para nada. Eso es solo un frente profesional más. Cuantosmás frentes abiertos
tengas, más posibilidades hay de vivir de esto. Ahora mismo lo que me da de
comer son los monólogos, los que llevo a bares y cafeterías y la publicidad que
cobro por los que tengo en Internet.
P.
¿Qué ocurre con el 21% de IVA en la cultura?
R.
Por culpa del 21% me vine de Madrid. No afecta tanto al precio de las entradas,
sino a los sueldos de actores y las productoras, hace que llenar un teatro sea
muy complicado. El fútbol y los toros tienen un 6%. ¿Por qué?
P.
El oficio de actor se convierte entonces en pura supervivencia.
R.
Eso ha sido así toda la vida. Es un trabajo inestable, no hay ningún actor,
aunque sea conocidísimo, que pueda asegurarse el pan. Si hay algo claro en
nuestra profesión es que todo acaba, nunca sabes si te llamarán o no.
P.
Hace unos años grabó Estados alterados Maitena, que se emitía en La Sexta. ¿Qué
ocurrió con la tercera temporada, que quedó sin emitir?
R.
La tercera temporada son 65 capítulos que están grabados y pagados. Nadie sabe
por qué no se han emitido aún, fue en un momento en que La Sexta y Antena 3 se
estaban fusionando y quizá tenga relación.
P.
¿Qué nuevos proyectos tiene?
R.
Estoy preparando un monólogo con El Club de la Serpiente, compañía de Paco
Sanguino.
P.
¿Su mayor reto?
R.
Vivir de esto hasta bien viejecita. Con eso soy feliz.
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