domingo, 3 de marzo de 2013

Ella




Es bien sabido por todos que lo mejor para superar un miedo o problema es enfrentarte a él. Como el niño que teme al agua y es obligado por sus padres a asistir a clases de natación. ¿Qué es lo primero que sucede? El monitor le lanza brutalmente al agua -demasiado fría- de la piscina, sin ninguna protección, mientras el pobre chiquillo -o chiquilla en mi caso- boquea desesperadamente en busca de aire y mueve los brazos de un lado a otro, inutilmente, creyendo morir allí mismo. Pues bien, hoy voy a intentar hacer esto mismo, aunque en lugar de enfrentarme a ese, llamémosle problema, me aliaré con él. De nuevo ella, en este caso. 

"Ella" es la inspiración. La eterna odiada y amada -amor y odio, mismo sentimiento, manifestaciones opuestas-; esa que se presenta cuando le viene en gana y se marcha, normalmente, antes de tiempo, esa que se busca como busca el aire el niño al que le tiran a la piscina, desesperadamente, cuando no llega. La inspiración es como el amor, podría decirse. Algo tan abstracto y absurdo cuyo comportamiento es totalmente inexplicable. ¿Alguien sabría o seria capaz de intentar explicarme su patrón de comportamiento? Si así es, que me lo haga saber con urgencia. Resolverá un eterno misterio en la historia.

Lo peor -o lo mejor, según como se mire- de todo, es que la inspiración es un llamémosle "factor" de trabajo importante en muchas profesiones. ¿Qué hace el escritor que debe entregar una novela a su editor un día concreto? ¿Qué hace si se levanta cada mañana, día a día, sin tener nada nuevo que aportar, nada que crea que merezca la pena? Ella es quién controla todo esto. Si ella no aparece, el sentimiento siguiente es la desesperación. ¿Qué hago? ¿Qué escribo? ¿Qué cuento? Los minutos pasan y ese artículo que debes escribir para dentro de pocas horas esta sin empezar. Y no vale echarle la culpa a la inspiración, porque a tu jefe eso le importará bien poco. 

Es curioso, porque a pesar de no haber sacado nada en claro sobre su comportamiento, he podido observar que la inspiración es libre. Libre como el mar, el tiempo o el buen humor. Puede que la inspiración y el buen humor sean amigos, estoy segura de que tienen algún pacto secreto -obviamente-. Así como un día te levantas de buenísimo humor y haces todo lo que debes hacer en tu día con una sonrisa en la cara, al día siguiente te levantas con un humor de perros -maldita expresión, me encantan los perros- y debes hacer exactamente lo mismo que hiciste el día anterior, pero asqueado con la vida. Pues creo que ocurre lo mismo con ella, un periodista que debe escribir artículos cada día, tendrá la suerte de tenerla de su parte tal vez Lunes, Miércoles y Viernes... Pero si el Martes y Jueves esta no se digna a aparecer, estamos jodidos. 

He de admitir, quizá un poco a mi pesar, que al ser humano le atraen las cosas complicadas. Las relaciones complicadas, los temas complicados, las situaciones complicadas. Por eso la inspiración es tan querida, y no solo por ser totalmente imprescindible, sino por su comportamiento -complicado-. Por eso los periodistas y escritores -o aspirantes a ello- estamos enamorados de ella. 

Si releo este articulo, me parecerá una sarta de gilipolleces sin sentido y probablemente lo borraré y dejaré sin publicar. Pero hoy quiero jugármela, porque es una mañana de domingo aburridísima y me apetece hacer una "Daliada" -concepto que prometo explicar más adelante-, así que voy a publicar esto pase lo que pase, tan solo le daré a "publicar" y punto. Hoy la he engañado. Puede que ella lleve semanas sin hacer acto de presencia en mi mente, pero hoy la he engañado. Porque a través de ella, o de su mano, he escrito esto, que para bien o para mal, es un artículo. "Si no puedes con tu enemigo, únete a él". Lo he intentado, al menos...

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